DUELO

Que ¿entendemos por duelo?, nos referimos a las respuestas emocionales, cognitivas, físicas y conductuales naturales ante una pérdida, particularmente la muerte de un ser querido. Esta profunda experiencia personal varía considerablemente entre individuos y culturas, y puede abarcar una amplia gama de sentimientos, desde una tristeza profunda hasta la ira. Se suele pensar que el proceso del duelo avanza a través de varias etapas, aunque es importante reconocer que estas etapas no son necesariamente lineales y pueden variar en duración.

Las personas pueden pasar por un período de ajuste para aceptar la ausencia de lo que alguna vez fue significativo. El apoyo de amigos, familia o terapia profesional pueden ser elementos cruciales al navegar el complejo viaje del duelo. Es esencial reconocer el propio dolor y permitirse expresarlo de la manera que se considere apropiada, facilitando un camino hacia la adaptación gradual al cambio.

El dolor por la pérdida es inherente al ser humano, la persona necesita procesar y enfrentar varias etapas antes de poder llegar a un punto de aceptación y sanación. Este proceso, a menudo descrito como el duelo, puede manifestarse de diferentes formas y transcurrir a través de una serie de etapas emocionales, que incluyen negación, ira, negociación, depresión y, finalmente, aceptación.

Cada individuo vive el proceso de duelo de manera única y no hay un tiempo establecido para sanar. El apoyo emocional de amigos, familiares y, a veces, profesionales puede ser fundamental en la búsqueda de un camino para manejar la tristeza y, con el tiempo, encontrar un nuevo significado y continuidad en la vida más allá de la pérdida.

Es importante reconocer que el dolor por la pérdida también puede ser un catalizador para el crecimiento personal y la reevaluación de las prioridades y valores personales, lo que puede llevar a cambios significativos y positivos en la vida de una persona. La paciencia y la comprensión consigo mismo y con los demás que también pueden estar sufriendo son esenciales durante este tiempo.

El duelo puede ser causado por diversas pérdidas, no solo la muerte de una persona. Incluye padecer una enfermedad grave, perder una extremidad, terminar una relación importante, sufrir un aborto, la muerte de una mascota querida, la pérdida de un trabajo, una mudanza, la pérdida de un objeto importante para la persona, cambiar de escuela o la pérdida de un ideal. Es imperativo no subvalorar ninguna variedad de duelo.

Un psicólogo está equipado con las herramientas adecuadas y una sensibilidad finamente sintonizada para asistir a las personas en las complicadas etapas del duelo.

El apoyo profesional pues ofrece un espacio seguro y confidencial donde las emociones y pensamientos pueden ser expresados sin juicio. Además, el terapeuta puede guiar al individuo a través de técnicas y estrategias para manejar el dolor, tales como ejercicios de mindfulness, escritura terapéutica, o terapias basadas en el diálogo y la expresión emocional. Contar con un psicólogo durante el proceso de duelo también ayuda a identificar cuándo un individuo quizás está experimentando complicaciones como el duelo prolongado o complicado, donde la persona se encuentra estancada en su dolor a largo plazo.

La hipnosis se ha explorado como una herramienta para manejar y procesar el duelo, ofreciendo una manera alternativa para ayudar a las personas a enfrentar la pérdida sea cual sea. La hipnoterapia puede propiciar un estado de relajación profunda en el cual la mente se vuelve más abierta a sugerencias positivas y a la revisión de recuerdos dolorosos. Al trabajar con un profesional, las personas en duelo no solo aprenden a navegar por sus emociones, sino que también ganan herramientas para reconstruir su vida de una manera que honra su pérdida mientras encuentran un camino hacia la sanación y la esperanza.

Mediante la hipnosis, los terapeutas pueden guiar a los individuos hacia un enfoque más constructivo sobre sus recuerdos y emociones, permitiéndoles revisitar momentos significativos con su ser perdido y empezar a transformar el dolor en un sentimiento de paz y aceptación. También puede ser útil para resolver asuntos pendientes o no resueltos, dando a la persona la oportunidad de decir adiós de una manera más saludable. Cada persona necesita encontrar el camino que mejor se adapte a su proceso individual.

A menudo puede ser difícil distinguir entre el duelo normal y cuando este se convierte en patológico. La línea divisoria es sutil y varía ampliamente entre los individuos. Pero ¿cuando el duelo empieza a ser patológico? Cuando el proceso de duelo interfiere significativamente con la capacidad de una persona para funcionar en su vida diaria a largo plazo, es posible que estemos frente a un duelo complicado o patológico.

Factores como la duración e intensidad del dolor y la tristeza, la incapacidad para aceptar la pérdida, la intensa añoranza, y la dificultad para continuar con las rutinas habituales más allá de unos pocos meses, pueden ser signos de alerta. A menudo, la pérdida de interés en las actividades placenteras o el aislamiento social sostenido son síntomas adicionales que podrían indicar una necesidad de buscar apoyo profesional. El duelo patológico también puede manifestarse físicamente, incluyendo síntomas como insomnio, cambios significativos en el peso o en el apetito, y fatiga crónica.

Es esencial reconocer que cada persona lleva el duelo a su manera y que el «tiempo normal» para recuperarse varía.